(UNESCO, 1982: Declaración de México)
Nuestros lectores saben que en este blog vamos siempre con la verdad por delante, como un estandarte. Y es esto lo que nos lleva a no huir tampoco de analizar temas escabrosos. Uno de ellos es el que tocamos hoy con el título: El Acervo Cultural de los Botones (en abreviatura, El ACB).
Utilizar abreviatura nos parece especialmente indicado aquí, ya que lo primero que cabe decir del acervo cultural de un botón es precisamente eso, que es breve.
El que esta abreviatura en concreto la formen las tres primeras letras del abecedario A,C y B, por este orden, descolocado en relación con el que sería alfabético correcto, ayuda también a transmitir la idea de que dicha brevedad va acompañada en este caso de una notable levedad.
La cultura del botón medio podría calificarse en definitiva en estos términos: es breve y leve.
Ahora bien, si hemos de poner todas las cartas sobre el tapete: ¿para qué necesita cultura un botón?
Si
cultura es "capacidad de reflexionar" sobre sí mismo, ¿no será
suficiente que nuestros queridos atletas del balón hagan flexiones a
secas?. ¿A qué la reflexión?, ¿con qué finalidad?
¿Alguien esperaría de un botón que fuese "racional, crítico y éticamente comprometido"?
¿Alguien esperaría de un botón que fuese "racional, crítico y éticamente comprometido"?
Permítanme
que lo dude. Cuando menos en fútbol, lo que se espera de él es que sea
instintivo y lo suficientemente bruto como para lanzarse, sin dudar, al
choque, bien sea contra el botón balón, bien sea, -en FBRB-, contra la
banda.En este tipo de acciones, imprescindibles para el desenvolvimiento
del juego, la razón está de más.
Idem
la crítica y el compromiso ético. No en vano, en los estadios se
aplaude, y se loa en los medios, la jugada del tipo astuto que "roba el
balón" a su adversario. Y a aquel gran delantero argentino, Mario
Kempes, aunque no fuese botón, -que por bueno, podía haberlo sido
perfectamente, y apostaría a que de hecho lo es en más de uno de los
equipos de botones que hay por el Mundo-, a aquél, -digo-, ¿acaso no le
llamaban "Matador" como elogio?. Ya me dirán ustedes si ven rastro de
crítica o de ética por alguna parte.
Por
último, ¿Podría predicarse de uno cualquiera de nuestros muchachos que,
"se expresa, toma conciencia de sí mismo, se reconoce como un proyecto
inacabado, pone en cuestión sus propias realizaciones, busca
incansablemente nuevas significaciones, y crea obras que lo
trascienden"?... Por favor, señores...seamos serios.
Y es que una cosa es sentir pasión por los botones, y otra, bien distinta, perder el oremus.
Marcelo Suarez
Marcelo Suarez