Pero hay también quienes no admiten como jugadores a botones torneados.
Los orígenes de estas diferentes maneras de ver la vida futbol-botonística debemos buscarlos en Aristóteles:
Aristóteles contrapone a los seres naturales los seres artificiales.
Los seres artificiales no tienen en sí mismos el principio por el cual llegan a ser lo que son; una estatua o un mueble son producidos por el saber y la obra de un artesano. El material con el cual se hacen los objetos artificiales (el mármol, la piedra, o la madera) sí es naturaleza, pero los objetos mismos que se fabrican deben su ser a un productor externo a sí mismos, no a algún principio intrínseco.
Sin embargo la producción y "el llegar a ser" de los seres naturales es interna (inmanente) a ellos mismos: cada ser se realiza, opera y se desarrolla desde sí mismo y por sí mismo. Por eso, un árbol o una semilla es un ser natural y, en cambio, una mesa, hecha de la madera de ese árbol, no lo es.
Por eso los que rechazan, -futbolísticamente hablando-, a los botones torneados lo hacen por considerar que el botón futbolista ha de ser, en realidad, un ser natural, que, como tal, guarde en sí mismo lo que es, y que desde sí mismo lo desarrolle, hasta convertirse en astro del balón, sin otro influjo que la intervención de uno o varios entrenadores, quienes no harán más que ayudar a que la naturaleza del crack aflore y se manifieste por sí misma en todo su ser, pero sin manipularla ni modificarla.
Mientras que los partidarios de tornear y lijar botones consideran a éstos (a los torneados) seres artificiales, creaciones suyas (de los torneadores) de las que, además, se sienten razonablemente orgullosos.
No entraremos aquí a apoyar a unos o a otros. Seguramente cada cuál tendrá su parte de razón, como ocurre casi siempre que dos personas, o grupos de personas, no llegan a un acuerdo.
En cualquier caso, nuestra personal postura hasta la fecha parecía bastante clara:
Entrevistamos a botones, recopilamos y publicamos sus dichos, sus andanzas, y sus ocurrencias... En fin, que muy "cosas" no puede decirse que los hayamos considerado.
Con todo y con eso, tenemos desde hace tiempo unos cuantos botones saltarines, futbolísticamente ineptos, y hace pocos días nos han regalado un mini taladro, con ciento y pico artilugios que, tentadores, nos invitan al experimento.
El dilema, así pues, amigos míos, está servido:
tornear o no tornear, es la cuestión.
Fútbol con Botones y Rebote a Banda