Cracks de nácar


En la vida de Rómulo era normal salirse de su casa los sábados a las 3 de la tarde y caminar hasta lo de Alfredo. Tenían prevista una nueva partida como cada vez desde 1949. El religioso sábado del estricto y esperado encuentro. Era tan habitual para él que ni siquiera se daba cuenta de que su vida vista de afuera contenía este acto sorprendente. Como si pudiéramos observar con normalidad una partida de fútbol con botones. El juego databa de la época de sus infancias, un rudimentario tablero, que como rudimentario cargaba con todas las mañas y los detalles, y un equipo de fútbol armado con botones, de colores, de tapados de viejas tías de más allá de las añoradas infancias de Rómulo y Alfredo. Botones limados especialmente para que se deslicen por el tablero como verdaderos goleadores, arqueros y defensores. Cada botón un nombre, preciso como Castro, Pelícano, o Matadero, un nombre que no los identifique con ningún jugador actual ni de antes, aunque suenen tanto a almas del fútbol, pero no, los nombres de cada botón únicos para ellos: _¨si el botón se rompe, se acaba, nadie hereda los nombres...¨, _decía orgulloso Alfredo,...¨ porque los botones se hacen trizas, como las vidas¨. Así Rómulo y Alfredo esperaban toda la semana la llegada de los sábados a las 3. El partido arrancaba y la pelota disparada con una ficha de casino rectangular y plana - una tableta plástica que al hacer presión sobre el botón golpea a la pequeñísima pelota-, se mueve para un arco o para el otro: _ahora te toca a vos!,_ ordena Rómulo, porque es una jugada para cada uno, salvo el foul que se cobra como dos. En estos botones hay almas y expectativas. A pesar de que toda la semana se la pasen guardados en sus cajas metálicas decoradas con botones impresos, Castro, Mataderos y Pelícano son vidas como las nuestras sostenidas en botones; como patean laten, como defienden gritan sus victorias, como humanos se salvan de hacerse pedazos. Los goles a veces son 4 o 5, aunque este último sábado fueron 20!, quizás porque era el último partido de una gran tanda porque Alfredo se va de vacaciones. Y quizás pueda ser el último partido si Alfredo quizás no vuelve más. Nunca se sabe la ruta, el calor y el corazón qué partido estarán jugando.