Porque ¿Qué es un botón?

La pregunta surgía en el curso de un acalorado debate que sostenían: de un lado, los puristas del juego de fútbol con botones jugado con botones fichados en una mercería, o en un rastro, o afanados del costurero de una abuela, y de otro, los inquietos químicos del botonismo que de cualquier objeto cabe que hagan molde en el que sus verter resinas u otros productos ad hoc, con los que una vez solidificados crean redondos futbolistas.

Y todos llevaban algo de razón, pues evidentemente cualquier botón es otra cosa antes: plancha de galalita, hueso, tronco, nacar, poliéster, resina... las materias primas posibles serían innumerables.

¿Dónde está la diferencia pues?

La única diferencia, a mi modo de ver, consiste en que los botones dichos en primer lugar son elaborados en fábricas y en serie, mientras que los segundos, en cambio, son artesanos, hechos a mano y uno a uno.

Desde este punto de vista, los botones manufacturados a mano, fácil es concluir que tendrán cada uno de ellos unos rasgos de personalidad únicos, característicos, diferenciados de cualquiera de sus demás congéneres, con lo que serán la envidia de los botones hechos en fábricas que nacerán, en cambio, prácticamente idénticos unos a otros.

De ahí que la diferencia entre botones de fábrica y botones artesanos tienda a difuminarse, al final, de manera que incluso los botonistas partidarios de los primeros no ven inconveniente en modificarlos, mediante lijado, pulido, etc., lo que viene a dar lugar a un híbrido, tercer género, o eslabón perdido de la especie.

¿Qué es un botón entonces?

Un botón, en mi autorizada opinión, es cualquier objeto que pueda ser cosido a una prenda para cumplir en ella la función de abrochar una parte de ésta y otra mediante introducirlo en un ojal.

Y, por lo tanto, estos que estoy haciendo un tanto chapuceramente en moldes de madalenas son sin dudabotones, -puesto que los he dotado de cuatro hermosos agujeros a cada uno de ellos a través de un sistema revolucionario de mi invención-, botones con todas sus letras y con todos sus atributos, de manera que ningún otro botón podrá jamás mirarlos por encima del hombro, -ni siquiera a los que me han salido más bajitos-, ni jactarse de ser mejor que ellos. Más limpio,... puede. Mejor rematado o pulido,... no lo niego. Pero más botón o mejor botón, de ningún modo. Y en la cancha,... en la cancha, ya dictará el fútbol su veredicto. 


Autor: Marcelo Suarez