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El protagonista de la noticia, dirigiendo un entrenamiento
pocos días antes, cuando nadie podía imaginar lo que sucedería luego
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Cuentan los diarios deportivos y no acaban de lo vivido en
las ultimísimas horas en torno al no-fichaje del portero DE GEA por el Real
Madrid, pero este no es el único caso de campanillas dentro de los que se han
producido este año en el siempre movido mercado de fichajes de verano.
En un pueblecito de la provincia de Badajoz, sin irnos más
lejos, el sevillano VEQUER BOTÓN CLUB, de reciente fundación, se hacía de
manera sorprendente con los servicios del hasta esa fecha indiscutido entrenador de la CULTURAL
BOTOMPÉDICA DE BENIMACLET, pillándonos a todos los cronistas de los medios –en
playas y piscinas en ese momento-, con el pie cambiado y a remojo.
El mister de la CULTU aprovechaba su estancia estival en
aquellos parajes para firmar un contrato, cuyos términos exactos no han
transcendido pero cabe suponer suculento, con el nuevo club del Nervión,
dejando en evidencia al staff de su anterior equipo y en la estacada a los de
la capital del Turia justo a las puertas del inicio de la temporada que se
avecina.
Cierto que los sevillistas han destacado siempre por su
especial habilidad en pescar y fichar los mejores peces, ya que hablamos de
ríos, en el río revuelto por antonomasia que es el mercado futbolístico
internacional, gracias sobre todo a las excelentes vista y reflejos que Monchi
conserva aun de sus tiempos de guardameta. Sin embargo en esta operación al
parecer no intermedió siquiera el renombrado ojeador hispalense, sino que fue
el máximo mandatario y fundador del club Sr. PRIETO quien en persona y en moto
se desplazó al lugar habitual de concentración veraniega de la Cultu para abrir
y cerrar en un visto y no visto la operación, logrando volverse a casa en
apenas si un día que duró el proceso con el laureado mister en el bolsillo
(nunca mejor dicho).
Tras de la inicial sorpresa, el factotum de la Cultural nos
explicaba a los enviados especiales allí desplazados al efecto (o sea ad hoc y
aun en bermudas y chanclas) que él mismo había tomado parte activa en el
fichaje, si bien lo había hecho de forma involuntaria, pues había creído estar
firmando transfer de un segundo de a bordo (de los muchos que componen el bien
nutrido cuerpo técnico de este club señero) cuando lo que en realidad hacía era
nada menos que estampar su firma en el acuerdo por el que el entrenador primero
de la CULTURAL BOTOMPÉDICA, identificado así mediante una rayita pintada que
como tal lo acreditaba, pasaría a serlo de inmediato del VEQUER BC
Aclaraba también el factotum de la CULTU que, enterado del
error, su homónimo del VEQUER, hombre de honor, de inmediato le había ofrecido
deshacer el trato y reintegrar al mister a su puesto originario. Pero que había
sido él (el Sr. ESPADA), quien había declinado entonces el descambio, porque al
honor con no menor honor quería corresponder, y también porque desde la
perspectiva que le ofrecía haber llegado ya al final del caso, veía en lo
sucedido una señal de los dioses del fútbol, que tal vez le estaban indicando así,–pues
el lenguaje de dioses y astros del balón, y quien dice balón dice también
botón, suele ser un tanto críptico y cabalístico: recuerden ustedes, por
ejemplo, frases míticas como la de “fútbol es fútbol”, etc-, tal vez le estaban
indicando –digo- que había llegado el momento de dar un brioso golpe de timón a
la poderosa nave que gobernaba, la CULTURAL BOTOMPÉDICA, en pos de nuevas y aun
mayores aventuras y, por qué no, conquistas de gloria botonístico deportiva.
Y, puesto que aunque sin darse cuenta, era esto, y no menos,
ni más, lo que había hecho, bien hecho estaba sin duda.
Añadiendo, para terminar, que le deseaba la mejor de las
suertes al viejo mister en su nueva singladura, igual que al recién nacido
VEQUER BC, para el que sólo tenía palabras de amistad y de elogio, y al que
dedicó, poniendo con ello broche de oro (de Torre del Oro) a su intervención,
un súbito alarido de:
-¡Viva er VEQUER, manque pierda!
Con
tal sincero tono que arrancó de todos nosotros, los plumillas a la
sazón allí reunidos,
-todos viejos pellejos, por cierto, curtidos en mil batallas-, un
sentimiento de sincera emoción, seguido de varios "Vivas" nuestros con
que secundábamos aquél primero del digno mandatario acompañados de una prolongada salva de aplausos.
Autor: Marcelo Suarez