La Ley del mas fuerte

La visión que espectador profano tenga de un partido de fútbol con botones bien puede llevarle a la conclusión de que aquí se reproduce, una vez más, uno de los vicios más feos y antiguos de la Humanidad: el de que los más fuertes abusan de los más débiles.

Así la sucesión de golpes, patadas tremendas y alevosas que cuadrilla de botones grandotes sacuden sin cesar a solitario botoncito indefenso, que, como efecto, va acá y allá al rumbo que otros mediante tal violenta secuencia de agresiones le van estableciendo, explican que el espectador mal informado pueda caer, como digo, en tal error.

La verdad de las cosas es, sin embargo, distinta: Lo cierto es que el botoncito, uno entre mil, o tal vez entre miles, que nace con una fisonomía de características idóneas para servir de balón en un partido de fútbol con botones, se considera un afortunado. 

Porque lejos de sentirse víctima de abuso, el botoncito-balón ad hoc lo que experimenta en el curso de cada partido es el placer intenso de saberse protagonista absoluto, con poder sobre victorias y derrotas y sobre júbilos y disgustos.

Se equivoca también quien piense que otros marcan su rumbo, el rumbo del botoncito, pues una vez que ha recibido el primer impulso, es él quien toma la iniciativa para poner siempre algo de su parte: ora ese efecto inesperado, ora auquel bote súbito justo delante del meta, ora el temido "extraño", o, un sinnúmero de veces, el imprevisible echarse a rodar de canto y en arco que tantos y tantos corazones ha puesto a galopar acelerados al borde del infarto. 

El balón-botoncito, amigos míos, de insignificante apariencia, pero amo y señor, en suma, del Planeta Fútbol. 

Autor: Marcelo Suarez