Jimmy Pagani

Esta biografía fue presentada en GOTHE CROMO GOL en 2010
Mi pasión de toda mi vida ha sido el fútbol de mesa de botones (que llamábamos simplemente “futbolito de botones”), también soy muy aficionado a la lectura (en especial sobre temas de Segunda Guerra Mundial, aviación y cosmología, de hecho el libro más apasionante que leí fue “La Historia del Tiempo” de Hawking). Soy además un fanático del rock progresivo: Genesis – época Gabriel -, ELP, Van der Graaf Generator, Yes, Jethro Tull, King Crimson, Triumvirat, Focus, están entre mis bandas favoritas, además de haber conocido, gracias a un vinilo (“Casa Encantada”) que me hizo llegar un amigo brasileño, a la que en mi opinión fue la mejor de Brasil: “O Terço”. Y ¡por supuesto! amante del fútbol. No soy hincha –torcedor- de ningún club uruguayo en especial; fui socio fundador y dirigente de Salto Fútbol Club, un equipo de mi ciudad que jugó, entre 2002 y 2006 en la Segunda División del Fútbol Uruguayo y debió abandonar la actividad por problemas económicos. De ese equipo sí fui torcedor y aún hoy espero que un día regrese a la actividad. Una vez mis estudiantes me preguntaron si me sentía “sociólogo o profesor” y les respondí: “ante todo soy jugador de fútbol de botones”… a lo que siguió, claro, una larga explicación acerca de qué se trataba eso. Mis primeros recuerdos relacionados al fútbol de botones los tengo de mi infancia, a los 5 o 6 años iba a ver campeonatos que se hacían al lado de mi casa, en donde vivía la familia Amarillo, allí jugaban Hebert Amarillo (mi maestro, y un gran jugador), Julio Tripodi, el “Flaco” Nis y otros. Por lo que sabía y entendía en ese entonces, se hacían grandes campeonatos en la Asociación Cristiana de Jóvenes, pero yo no tenía acceso. Con 6 o 7 años de edad aproximadamente empecé a reunir mis primeros botones, pues nunca jugué sino con auténticos botones de ropa; y hasta hoy, pienso que es la mejor forma, aunque sin duda la más difícil: hay que conseguir el botón adecuado, limarlo, pulirlo, decorarlo, etc. Hacia 1970 ya tenía varios equipos: Peñarol, Nacional, Racing y especialmente Huracán Buceo, el primero de mis equipos de que tengo recuerdo de sus jugadores: Alfano, Mier, Aguerre… en ese entonces, el hoy modesto Huracán Buceo causaba sensación en Montevideo. Siempre jugaba con mi primo Roberto Fioritti; aún hoy el partido entre nosotros es “el clásico” y seguramente, el ganador tiene mucha chance de ser el campeón. Fue la “Mini Copa” o Taça Independência de 1972 la que transformó nuestros equipos en selecciones internacionales: por fin teníamos información sobre planteles completos para “personalizar” a nuestros botones. Por ese año, Roberto adoptó la selección de Alemania para ser su equipo (también jugaba con Yugoslavia y con Checoslovaquia), a partir de allí, y hasta ahora, sólo ha competido con equipos alemanes. Sea la Nationalmannschaft o los clubes de la Bundesliga. Mi equipo principal, a mis 10 u 11 años de edad era la Escocia de Clark, Morgan, Donachie, Hartford, etc.; nacía ya mi preferencia por el fútbol europeo. Hacia fines de ese año, recibí el mejor regalo que me han hecho hasta hoy: Hebert Amarillo, me obsequió (dentro de una caja de “Redoxón”) un equipo de botones: los jugadores tenían el escudo de Peñarol, pero yo lo bauticé nuevamente como “Feyenoord”. Una cosa llamativa y curiosa es que en la caja recuerdo haber escrito el nombre en ¡holandés!, en efecto, se podía leer: Feijenoord. Teníamos con Roberto muchos equipos cada uno: era la manera de hacer grandes campeonatos, pues no conocíamos a otros botonistas. Los viejos botonistas ya no jugaban, y solo se sumaba a nosotros, en algunos torneos, Julio Cardozo, un vecino que llamaba “Boca Juniors” a su equipo. En 1974 me encontró el inolvidable Mundial de Alemania con casi 12 años y una certeza: el fútbol de Europa era el mejor. Entre mis equipos estaban Holanda (con aquella numeración extraña… Jongbloed era el 8, Suurbier el 20, Van Hanegem el 3, Polonia, Escocia, Suecia. En 1975 empecé el liceo (escuela secundaria), una tarde, antes de entrar a clase, alguien me dio la noticia: Pelé jugaría en Estados Unidos en un club que se llamaba “Cosmos”. ¡Que nombre más lindo! pensé. Que bueno sería tener un equipo de botones que se llamara Cosmos. Fue muy difícil conseguir los nombres de aquel equipo: revistas, diarios, televisión. Al fin en 1976 pude conseguir completar los nombres del que, en mi carrera de botonista, sería uno de mis equipos más significativos: New York Cosmos. Durante 1977 llegué a considerarme invencible jugando en mi mesa (que para mi era el Giant Stadium de New Jersey). Yasin, Carlos Alberto, Morais, Roth, Rildo, Etherington, Dimitrijevic… y por supuesto, Chinaglia y Pelé, quien se retiró en una jornada inolvidable de octubre. Siempre pensé que el año 1977 fue “el año en que crecimos”, en el liceo organizábamos los campeonatos que jugábamos los domingos por la mañana, en mi casa. Mi equipo principal era Brasil, y tenía un delantero pequeño, de color verde que se llamaba Paulo César, era un goleador increíble, temido por los rivales; solo en 1977 hice con él casi ¡300 goles!, una cantidad que solo se entiende porque jugábamos inmensa cantidad de partidos. Desde ese año llevo un registro de cada partido que juego, con el rival, el día, el resultado y cuáles de mis botones convirtieron goles. De esos torneos formaban parte siempre Aurelio “Lucho” Vives, un jugador excelente, frío, calmo, calculador y con una depurada técnica. Cuando Lucho se unió a nosotros, todos nos beneficiamos y aprendimos, por sugerencia suya cambiamos el tamaño de los arcos. Los campeones de esos domingos podían ser tres: Vives con Nacional, Roberto con Alemania y yo con Brasil. Jugaban además Luis Monchietti, Elder Lerena, Elsio Félix, José Avelino, Antonio Galli y Enzo Miñón, que dejó de jugar después de un terminante 0-7 que sufrió ante mi equipo. A principios de los 80 decidí que mis equipos tendrían nombres imaginarios, con los que me podía identificar más. Desde muy pequeño había inventado un país –Pintachuelo-, en el que había (como no) equipos de fútbol. Así surgieron Pintachuelo FC, Hillary-Fockx, Vivac, Sporting, y Lancaster. Los de José Avelino eran Atlantes, Solingen, Tornado, Olympic y SOT United, Elsio Félix tenía los suyos también. Y por esa época se unieron a nuestro deporte Mario Bernasconi (hoy en España) y Fernando Da Costa. Si había “transferencias” de botones el nombre propio se mantenía, es decir que el botón cambiaba de dueño pero no de identidad. Roberto Fioritti mantuvo sus equipos de la Bundesliga. En los 80 los estudios y el trabajo dejaban menos tiempo para los botones, pero nunca abandonamos el juego. Los campeonatos se hicieron menos asiduos, pero la competencia “interna” con Roberto seguía siendo increíble y nuestra técnica ya nos parecía muy buena. A fines de los 80 José Avelino anunció su retiro y con el perdimos el único botonista que podía ser el “tercero en discordia” en los torneos. Avelino era (es) admirador de Italia, quizá por eso siempre utilizó un “catenaccio” casi infranqueable, con un juego ultra defensivo y poco vistoso, pero no por eso poco efectivo. Su regreso ahora, en 2010, ha sido una gran alegría y un gran aporte. En el año 1988 formé un nuevo equipo al que llamé VK 67 (Victoria Kickers 1967), ha sido, desde entonces y por lejos, mi equipo más exitoso y con el que más campeonatos he ganado. En 1990 me casé, llevando al acto civil y a la ceremonia en la Iglesia, a mis botones favoritos en el bolsillo del saco: Hoftaters, Kenat y Bohuelmo me acompañaron, para sorpresa de todo el mundo. En 1993 hicimos un gran esfuerzo por recuperar el viejo esplendor de los ’60; concretando en febrero de ese año un gran torneo con 16 participantes (para nuestros cánones todo un récord) que fuera brillantemente ganado por Mario Bernasconi con su equipo “Cyndal”. Aunque campeonatos de tales características no tuvieron lamentablemente continuidad, el hecho tuvo para mí un gran valor simbólico, porque los partidos se hicieron todos en instalaciones de la Asociación Cristiana de Jóvenes, precisamente el lugar donde el fútbol de mesa de botones había nacido en Salto. Los últimos años han sido años en que la cantidad de partidos jugados ha disminuido de manera importante. Junto a Fioritti, Bernasconi, Ricardo Sánchez y Antonio Ustra, hemos luchado para que nuestro querido juego-deporte no se extinguiera, orgullosamente podemos decir que así ha sido, y hoy estamos asistiendo a un renacer del fútbol de mesa. Apenas dispongamos de una infraestructura adecuada, esperamos realizar una fuerte publicidad para atraer a los viejos botonistas y, claro está, conquistar nuevos. Es difícil hablar de títulos, en razón de que la muy débil organización que tenemos nos impide llevar a cabo torneos que sean algo más que reuniones entre amigos, no tengo dudas que aunque he ganado muchos, prefiero ganarle “el clásico” a Roberto Fioritti, mi rival de siempre. Pero hay un título que es que me llena de orgullo: soy botonista de alma, desde que tengo uso de razón y vivo hoy cada partido con la misma intensidad de siempre. Y creo que es mi misión difundir y llevar adelante este deporte y quien sabe… tal vez alguna vez, en algún lado, pueda jugar un partido con Geraldo Décourt.